miércoles, 26 de junio de 2013

Francesco Tonucci; palabras de sabio.



Entrevista en La Contra de La Vanguardia en -2007 donde Tonucci explica con contundencia la importancia infravalorada del juego en la infancia y afirma que estamos robando la autonomía,  herramienta básica de futuro, a los niños de 3 a 6 años.

Francesco Tonucci (1941) es un pensador, psicopedagogo y dibujante italiano que se dedica al estudio del pensamiento y el comportamiento infantil.
Ha creado y dirige el proyecto La Ciudad de los Niños, que propone a los alcaldes de 100 ciudades una nueva filosofía de gobierno, adoptando a los niños como parámetro de valoración, de proyección y de cambio de la ciudad.
Critica la forma en que las ciudades están estructuradas y aconseja que estén planificadas pensando en los niños. Pero no para convertirlas en Disneylands locales sino porque él afirma que un adulto sano es el resultado de un niño que ha jugado mucho y ha tenido autonomía.
Tonucci advertía que “hay mucho tiempo para ser adultos y poco para ser niños. Las criticas y sugerencias de Tonucci a la escuela clásica están resumidas aquí y también expresa sus ideas en viñetas que firma con el seudónimo “Frato” y que se recogen en el libro “40 años con ojos de niño (Graó).
En contra de una sociedad que asocia constantemente la palabra “límites” a niños e incluso a bebés, este pedagogo reivindica la LIBERTAD, el poder personal, menos deberes, más tiempo libre por las tardes para descubrir el mundo y, sobre todo, sostiene que “los niños no son recipientes vacíos que hay que llenar de conocimientos” sino que tienen sus propias vivencias y formas de pensar.

“Los niños aprenden mucho más jugando que estudiando, haciendo que
mirando. El juego que hacen solos sin el control de los adultos es
la forma cultural más alta que toca un niño. Los niños que han podido
jugar bien y durante mucho tiempo serán adultos mejores”
“El juego da recursos para la vida. Todas las crisis de la juventud
se gestan en la primera infancia”
“Hoy educar significa pedir a los niños que dejen de
comportarse como niños y lo hagan como adultos”
“Los pequeños pasan sus días frente a adultos instructores, les es difícil
hacer cosas raras. Así se va alimentando una necesidad de riesgo
acumulada que expresará con su primera moto y en las salidas nocturnas”
“Los pequeños no quieren estar recluidos en su habitación para jugar, ni
en ludotecas, ni en todos esos espacios que construimos para que estén
controlados. Lo que hace un niño controlado por un adulto es distinto
de lo que hace solo. Los niños necesitan espacios donde, dentro de
un clima de control social, ellos puedan hacen lo que quieran:
pisar el césped, subirse a los árboles y jugar con las lagartijas”
Francesco Tonucci


Son sus palabras para leer varias veces y reflexionar como sociedad:

 Nací en Fano y vivo en Roma. Estoy casado y tengo tres hijos y un nieto. Desde 1966 soy investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología de la Cognición del Consejo Nacional de Investigación (CNR) Italiano. La política debería ser un servicio a la comunidad y es un servicio para pequeños grupos.
- ¿Qué quieren los niños?
Los niños que participan en el proyecto La Ciudad de los Niños (en 100 ciudades italianas, españolas y argentinas) piden todos lo mismo en sus reuniones con los alcaldes.
Espacio y autonomía. Tienen un gran conflicto con los coches porque estos crean peligro y y el peligro impide su autonomía. Unos niños italianos propusieron a un alcalde dividir el espacio: “Mitad para que aparquen los coches, mitad para nosotros”.
Estoy luchando con los alcaldes para que abandonen esa costumbre de construir parques para niños con columpios y toboganes. Los niños necesitan espacios donde, dentro de un clima de control social, ellos puedan hacen lo que quieran: pisar el césped, subirse a los árboles y jugar con las lagartijas.
- ¿No les gustan los espacios para niños?
Los pequeños no quieren estar recluidos en su habitación para jugar, ni en ludotecas, ni en todos esos espacios que construimos para que estén controlados. Lo que hace un niño controlado por un adulto es distinto de lo que hace solo. Están perdiendo esa posibilidad de vivir experiencias solos y por tanto la posibilidad de jugar.
- Parece grave…
A nivel cognitivo es gravísimo, por eso los niños están proponiendo que la ciudad retome el espacio público, como público.
- ¿Reivindican la necesidad de jugar?
Sí. Un niño le espetó al alcalde de Roma: “Estaba jugando en la plaza y un guardia me quitó la pelota”. Los niños tienen derecho a jugar en las plazas públicas. ¿Con la pelota? Sí. En Lima vi un cartel que suscribo: “Prohibido jugar a la pelota excepto niños”.
- Plazas con pelotas y sin coches, ¿utópico?
Los niños deben poder jugar como quieran ellos. En el patio de casa, en la acera, en los paseos…, porque éstos son espacios públicos. Debemos invertir en cómo nuestras ciudades, no en una teórica, pueden transformarse en lugares donde los niños puedan ser niños. Y los que más me preocupan son los de tres a seis, porque les estamos robando la autonomía, herramienta básica de futuro.
- ¿Cómo percibimos hoy a los niños?
Los adultos y por tanto los propios niños se perciben como una persona que vale por lo que será mañana y no por lo que es hoy. Hoy educar significa pedir a los niños que dejen de comportarse como niños y lo hagan como adultos.
¿Cómo se soluciona?
Escuchando sus tonterías, porque cuando un niño dice una tontería es algo que no ha oído de sus padres ni de sus maestros.
El deseo de un niño: “Quiero una cancha de fútbol sin entrenador”. Entiendo que los niños estén hartos de adultos. La diferencia entre un niño de cinco años de hoy y yo cuando tenía su edad es que yo tenía mucho tiempo sin adultos, por mi cuenta. Hoy la gran preocupación es enseñarles todos los peligros.
- Peligros que les cortan las alas...
La soledad es la grave enfermedad de los niños que hoy viven en las ciudades ricas. Familias de hijos únicos, sin compañeros dentro de su propia casa y, debido al peligro ambiental, sin posibilidad de salir a buscarlos.
- Tienen a sus compañeros de escuela...
Amigos institucionales, compañeros controlables. En mi infancia hacer un amigo nuevo era un riesgo que requería capacidad de conocimiento de los otros, y me parece un valor enorme. La dificultad que hoy tienen los jóvenes de crear pareja estable se debe a que les faltó la experiencia de crear relaciones que tuvieran que afrontar solos.
El riesgo es una componente esencial del desarrollo. Sería deseable que los niños encontraran sus obstáculos en el momento útil, medir si pueden saltar un riachuelo o si les compensa relacionarse con alguien.
- Hay quien opina que ya tendrán tiempo.
Los pequeños pasan sus días frente a adultos instructores, les es difícil hacer cosas raras. Así se va alimentando una necesidad de riesgo acumulada que expresará con su primera moto y en las salidas nocturnas
Los niños no son aspirantes suicidas, no buscan situaciones que no puedan dominar porque se trata de jugar. A cambio de impedirles ese juego exploratorio les damos protección y posibilidad de adquirir muchas cosas. Se crea así una relación perversa entre un niño que quiere mucho y un adulto que piensa que tiene que dar mucho para compensar lo que no puede darle. Los regalitos continuos destruyen la capacidad de juego.
- ¿Hay que renunciar al control?
Sí, hay que acompañar “pero de lejos”, como decía un niño argentino. Los niños aprenden mucho más jugando que estudiando, haciendo que mirando. El juego que hacen solos sin el control de los adultos es la forma cultural más alta que toca un niño. Los niños que han podido jugar bien y durante mucho tiempo serán adultos mejores.
- ¿Qué consejo daría a los padres?
Dele a su hijo más autonomía, con normas de espacio, de tiempo y sociales, y le sorprenderá cómo mejorar la comunicación: correrá a contarle lo que ha descubierto.
- Debemos perder el miedo…
Así es. En tres municipios de Roma los niños de seis y siete años van solos al colegio. Los padres y los tenderos controlan pero sin que los niños lo sepan. Para ellos es un gran regalo, se sienten reconocidos y se hacen más responsables. Y, curiosamente, esos barrios se vuelven más seguros.

jueves, 20 de junio de 2013

Ser buen profesor es muy difícil. No serlo, es trágico.


Llega el final de curso, momento de hacer balance de lo ocurrido y de mirar al curso que viene para ver qué podemos hacer que sea todavía mejor. En cada una de las consultas que mantengo con los padres aparece el factor profesor:
–  ¡Qué lástima que su profesora de este año no siga con él!
–  ¡Menos mal que termina el curso y el año que viene tendrá otro profesor!
–  El año que viene cambia de profesor. ¡A ver si tenemos suerte!

¿Suerte? Pero, ¿cómo que suerte? La suerte debería quedar limitada a los juegos de azar y a los naipes, pero en lo que se refiere a la enseñanza y a poner a nuestros hijos en manos de un profesional de la enseñanza no debería haber suerte que valga. No debería; pero la hay.
Seamos honestos: en España hay magníficos docentes; pero también los hay pésimos. Cuando doy una conferencia en un colegio a un grupo de profesores, sé que voy a conseguir que se rían cuando les pregunto: «¿Acaso cuando vuestro hijo entra en el colegio no os preocupáis, y mucho, de que esté con tal o cual profesor?». Todos asienten. Pero consigo hacerles perder la risa cuando les digo: «Más aún. ¿Acaso no habéis dicho... ¡me niego a que mi hijo (o incluso mi sobrino) esté con fulano o mengano!?»
¡Pues claro! Todos nos conocemos y sabemos quién tira para adelante de sus alumnos y quién no. Y la excusa de que “tengo 30 alumnos en clase” sencillamente NO ES VÁLIDA, porque el buen profesor tiene exactamente el mismo número de alumnos y no deja a ninguno por el camino.
Sólo un ejemplo [los tengo por decenas]: En septiembre la profesora de Pepe informó a los padres que tenía muchos alumnos en clase y no iba a poder darle la atención que un alumno así necesita. En enero de este curso, la profesora de Pepe les preguntó a  sus padres si tenía los libros en casa. Naturalmente, los padres lo negaron; los libros estaban en el colegio desde septiembre. Así lo creían ellos; pero ¿dónde están los libros? ¡Ni idea! «La profesora me deja dormir en clase». Así que a Pepe, con nueve años y en segundo de educación primaria, le cuesta dormir por las noches porque... ¡se echa unas siestas de Padre y Señor mío en horario lectivo!
¿Es un ejemplo extremo? ¡Sin duda! Pero real como la vida misma. El año pasado estuve dos veces en el colegio de Pepe para colaborar con su pedagogo-terapeuta (PT) y su tutora. Este año no ha habido forma de que me reciban, son todo largas.

Por cada ejemplo negativo tengo tres positivos. Pero, aunque estadísticamente los buenos profesores superan con creces a los malos, el efecto de éstos es devastador. Ya he aludido en un post previo (“La calidad de nuestro sistema de enseñanza – 2ª parte”) al informe McKinsey. La primera de sus tres conclusiones es bien clara: “La calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes”. E indica: «El impacto negativo de los docentes con bajo desempeño es severo, particularmente en los primeros años de escolaridad. En el nivel primario, los alumnos con docentes con bajo desempeño durante varios años seguidos sufren una pérdida educacional que es en gran medida irreversible» (Pido perdón por la redacción, pero la traducción del informe Mckinsey es manifiestamente mejorable).

¿Y cuál es la diferencia básica entre el buen profesional de la enseñanza del malo? Desde  mi punto de vista, se diferencian principalmente en una variable: su capacidad para motivar y facilitar a los alumnos a dar el máximo de su potencial.
Estoy harto de leer notitas con mensajes como «Pepe podría hacerlo mucho mejor si se esforzara más», «María rinde por debajo de sus posibilidades». ¡Pues claro! Usted también, señor profesor, podría hacerlo mucho mejor si se esforzara más y lo mejor de todo es que si lo hiciera entonces Pepe y María rendirían de acuerdo a sus posibilidades.
¿Y es que no hay malos alumnos, o alumnos difíciles? ¡Pues claro que los hay! La diferencia está en cómo aborda el profesional de la enseñanza ese caso (o esos casos).

Sé que este blog lo leen decenas de profesores, pero estoy convencido de que ninguno de ellos se reconocerá. Aquí ocurre como en las escuelas de padres, que sólo asisten los padres que no necesitan escuela.
¿Y qué podemos hacer? Fomentar la formación interna en los colegios. No hace falta que vayamos desde fuera a deciros cómo hacer vuestro trabajo. Sabéis quién es el buen profesor dentro de vuestro colegio. Entrad en su clase y observad qué hace. Que entre en vuestras clases para que os observe y os pueda dar ideas y ayudar.  Sin miedo. Sin vergüenza.
Asumid que el “cómo realizo mi trabajo” es un factor determinante en el éxito o fracaso de todos y cada uno de mis alumnos. Y por tanto, cuestionarme qué debo hacer para facilitar el éxito del máximo número de alumnos, sino de todos.
¿Y qué hacemos con el mal profesor? Corregirle. Corregirle una y otra vez. ¡Ya está bien de actuar de acuerdo al “qué le vamos a hacer”! Estoy harto de oír que Don Fulano es “toda una institución”, o “Funalito es muy joven, ya aprenderá”. El mal docente se lleva por delante no menos de dos o tres alumnos por curso. Si el curso siguiente vuelve a “tener mala suerte”, ese alumno está fundido.

El factor profesor es determinante en el éxito del alumno, de cada alumno.
No podemos seguir actuando como si todos los profesores fueran buenos. Y debemos tener claro que, porque un profesor consiga el éxito de la mayoría de sus alumnos, no significa que sea bueno. Cuando el alumno está bien capacitado tiene éxito; aunque el docente que tiene enfrente sea desastroso. Con frecuencia oigo a estos alumnos, acostumbrados a sacar magníficas notas, hablar pestes de sus profesores. Aprueban, pero se sienten desmotivados, aburridos y cansados de tener un simple transmisor de conocimientos, que bien pudieran haber adquirido de cualquier otra persona.

Ser buen profesor es muy difícil. No serlo, es trágico.

Información obtenida de: educarconsentido.com

jueves, 13 de junio de 2013

Campamentos de verano

La Asociación ANSHDA, en Madrid, organiza los "Campamentos de verano TDAH 2013"


Para ampliar la información, pulse aquí.

ANSHDA
c/ Molina de Segura, 33 - 28030 - Madrid
913 560 207
info@anshda.org



Jornada: "Puntos calientes del TDAH. Estrategias para afrontarlos"

Las asociaciones navarras del TDAH, ADHI, ANDAR y TDAH Sarasate, han promovido la Jornada "Puntos calientes del TDAH. Estrategias para afrontarlos", dirigida a familias de afectados, estudiantes, profesionales y todos aquellos que deseen ampliar sus conocimientos del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.

Su ponente, Isabel Orjales Villar, es experta en el TDAH, con amplio currículo formativo dirigido a este trastorno y una vinculación inequívoca por mejorar la atención e integración de las personas afectadas.

Se realizará el viernes 21 de junio, a las 17:00 horas, en el Salón de Actos "Civican" , en Pamplona.

Inscripciones:
10 euros por persona
www.adhi.asociacionespamplona.es
616 617 861 y 607 492 847

martes, 11 de junio de 2013

TDAH: Estrategias para afrontar las capacidades de los afectados y sus familiares

La Fundación CADAH ofrece una serie de recomendaciones dirigidas a los familiares y afectados por TDAH, con las que mejorar su relación y capacidades personales:

- Para la comunicación - enlace
- Para la autonomía - enlace
- Para la autoestima - enlace
- Para la motivación - enlace
- Para las habilidades sociales - enlace
- Para límites y normas - enlace
- Para conducta y reflexividad - enlace

Para concerlas, pinche sobre cada opción. Se abrirá una nueva página y dentro de esta podrá leer los contenidos de cada una de las estrategias planteadas.